viernes, 12 de noviembre de 2010

Expr-imir

Cuando empecé a sentir por primera vez, lo que podríamos denominar "amor", no tuve dudas en expresar todo, no callar nada. Sino ¿cómo iba a saber él lo que yo sentía? No le quedaba más que escucharlo de mí misma, la única que siempre va a saber realmente lo que pasa.
Cuando adquirí un poco más de experiencia m dí cuenta, o mejor dicho, creí que sería mejor no dar a conocer en su totalidad los sentimientos. Te vuelve tan frágil, suceptible e indefenso.
Hasta que por influencias o quizás el no querer arrepentirme de no aprovechar, y ser transparente sin importar nada más, volví a aquello que alguna vez hice y, por el correr del tiempo, quizás con más complejidad, más libertades y espontaneidad. Algo mucho más profundo. Más sentido, más vivido, más recordable.
Y con toda esa fragilidad, expuesta y sin poder ocultar ni un poco mis sentimientos, es cuando vuelvo a verme reprimiendo. Y m cuesta tanto que m resulta casi imposible. Como si m costase imaginarme sin expresar lo que siento a cada momento. Supongo que por el orgullo que alguna vez creí perdido, la dignidad de la que m olvidé muchas veces y pateé lejos de mi. O porque no tengo la seguridad de que vaya a pensar lo mismo con el correr del tiempo, o quizás la tenga de que realmente no va a ser así.
¿Para qué expresar confusión? La confusión nos debilita, debilita y lastima. A nosotros y a los demás. Y estoy lejos de querer dar explicaciones, de rendir cuenta de mis actos y sentimientos. ¿Sentimientos? Cómo poder expresarlos si ni siquiera yo los conozco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario