lunes, 10 de mayo de 2010

Todos los días morimos un poco

Cuando nacemos, comenzamos a vivir, pero también a morir. Aunque muchos lo ignoren, o nunca se hayan detenido a pensarlo.
Vos, él, yo, estamos muriendo todos los días, de a poco, cada segundo, cada minuto, cada hora que pasa nos envejece, nos acerca un poquito más al fin de nuestra vida. Está en nosotros, elegir la velocidad a la que queremos dirigirnos hacía él. Tomar el camino largo o el corto que, oh casualidad, es el más fácil. Como en todo, ¿no?
Se m ocurre graficar esto como dos caminos, y en uno, todo aquello que nos gusta, que nos da placer, al alcance de nuestras manos, sin ningún escalón al que tener que subir p tenerlas, sin ninguna llave que las encierre, sin nadie que quiera quitárnoslas, así podemos sólo tomarlas y llegar rápido al final.
¿No es así la vida? ¿No tienen las cosas fáciles, consecuencias peores? ¿No nos lleva a un final errado dejarnos llevar por lo que nos provoca y se hace fácil?
De pronto se m vienen a la mente consejos como "hacé lo que sientas o quieras, no lo que digan o impongan", y mil derivados. Pero esto va más allá de una imposición de terceros, va por nosotros mismos.
La vida sería muy fácil si hiciésemos y deshiciésemos a nuestro antojo, y por consecuencia, muy corta.
Muchos placeres, caprichos, impulsos, acaban con lo que creíamos tener controlado.
No sé si hay un destino, no creo que haya una "justicia divina", si la hubiese, estaría actuando muy errada, ¿no les parece?
Deberíamos ser más conscientes, más plenos, más sanos, no sólo mirar, sino VER. Valorar, ver lo bueno en los resultados de nuestros sacrificios. Saber que no podemos tener TODO. Que una vida así sería muy simple. Sin convicciones, sin deseos por los que luchar, sin dificultades, sin esfuerzo. Y sobre todo, siempre tener en cuenta, las fichas que juegan este juego que es la vida, a nuestros lados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario